miércoles, 15 de julio de 2009

EL VILLORRIO, Faulkner

Erguido en la galería del bazar, dominando la media docena de individuos que estaban sentados, o en cuclillas, con sus cuchillos y trozos de madera, Varner contempló a su visitante atravesar el pórtico, cojeando, rígido, sin mirar ni a derecha ni a izquierda, bajar, desatar entre de entre los caballos de tiro y de montar, atados al pie del balcón, un mulo escuálido de ronzal raído y riendas de cuerda, arrastrarlo hasta la escalera, montarlo torpemente sin doblarse, y alejarse, siempre sin echar una mirada a su alrededor ni a los hombrese sentados en corro.

martes, 14 de julio de 2009

DIARIOS, Kafka

Ayer en la fábrica. Las muchachas con sus vestidos intolerablemente sucios y sueltos, con los pelos revueltos, como si acabasen de despertarse, con la expresión cerrada a causa del ruido incesante de las correas de transmisión y de las máquinas que, aun siendo automáticas, tienen imprevisibles paros bruscos; no son personas, no las saludamos, no les pedimos disculpas cuando tropezamos con ellas; si las llamamos para un pequeño trabajo, lo realizan, pero vuelven inmediatamente a la máquina; con un gesto de cabeza, les indicamos dónde deben ponerse; ahí están en enaguas, sometidas al más mínimo poder, y ni siquiera tienen la mente bastante serena para reconocer dicho poder y ganarse su aquiescencia con unas miradas o unas inclinaciones. Pero así que dan las seis, se llaman unas a otras, se quitan los pañuelos del cuello y de la cabeza, se quitan el polvo con un cepillo que recorre toda la sala y que las impacientes reclaman, se ponen las faldas por la cabeza y se lavan las manos lo mejor que pueden — al fin son mujeres; a pesar de la palidez y de los dientes estropeados, pueden sonreír, menear sus anquilosados cuerpos; ya no podemos tropezar con ellas, mirarlas y pasarlas por alto; nos pegamos a las mugrientas cajas para dejarles libre el paso, nos quitamos el sombrero cuando nos dan las buenas noches, y no sabemos cómo tomarlo cuando una nos sostiene el abrigo para que nos lo pongamos.

lunes, 13 de julio de 2009

WERTHER, Goethe

Muchas veces se ha dicho que la vida es un sueño, y no puedo apartar de mí esta idea. Cuando considero los estrechos límites en que están encerradas las facultades activas e investigadoras del hombre; cuando veo que la meta de nuestros esfuerzos estriba en satisfacer nuestras necesidades, las cuales, a su vez, sólo tienden a prolongar una existencia efímera; que toda nuestra tranquilidad sobre ciertos puntos de nuestras investigacioens no es otra cosa que una resignación meditabunda, y que nos entretenemos en bosquejar deslumbradoras perspectivas y figuras abigarradas en los muros que nos aprisionan; todo esto, Guillermo, me hace enmudecer. Me reconcentro en mí mismo y hallo un mundo dentro de mí; pero un mundo más poblado de presentimientos y de deseos oscuros que de realidades y de fuerzas vivas. Todo, entonces, se tambalea ante mis sentidos, y sigo por el mundo con mi sonrisa de ensueño.

miércoles, 8 de julio de 2009

RELATOS DE KOLIMÁ, Varlam Shalámov

El camino está abierto. Por él puede ir gente, convoyes de trineos, tractores.

Si se sigue tras los pasos del primer hombre, huella a huella, se formará un sendero visible pero difícilmente transitable y estrecho: una trocha y no un camino, lleno de hoyos por los cuales es más difícil avanzar que por la nieve vírgen.

El trabajo más duro es para el primero, y cuando a éste se le agotan las fuerzas, lo reemplaza otro, de aquel mismo quinteto de cabeza. De entre los que siguen los pasos del primero, cada uno de ellos, incluso el más pequeño, el más débil, debe pisar un pedazo de manto nevado y no alguna otra huella.

Y sobre los tractores y a caballo no viajan los escritores, sino los lectores.

UNIONES, Robert Musil

El gran contexto sentimental de su existencia, que se había ido tejiendo a lo largo de los años, se hizo visible por un instante en la lejanía detrás de todo eso, estéril, casi sin valor. Pensó: "Se graba una línea, cualquier línea con tal de que quepa en un contexto, para poder asirse de uno mismo entre la muda y saliente existencia de las cosas; ésa es nuestra vida; algo así como cuando se habla sin parar, creyendo erróneamente que cada palabra pertenece a la anterior y llama a la siguente, porque tememos que, en el momento del silencio demoledor, nos tambalearemos de manera inimaginable y quedaremos disueltos por él; pero sólo es miedo, sólo debilidad frente a la espantosa casualidad de todo lo que hacemos, que se abre frente a nosotros como un abismo..."

jueves, 2 de julio de 2009

CARTA, Julia Uceda

La página inundada de silencio.
¿La entiende alguien?

Escribiría: "Oigo
voces de muchos pájaros", o
"Se murió en el olvido", pero
¿lo entiende alguien?

Hábito de silencio,
de voces fragmentadas.

No, probablemente:
mejor ¿informaciones puntuales?,
que se dice.

Y la firma, sin fecha.

El resto del papel, meditando en silencio,
recorrido por la pluma sin tinta,
por la voz de una muda,
se dejará mirar.

Quizá se entienda.