jueves, 5 de agosto de 2010

POEMA, Eduardo Lizalde

Silla, no me engañas,
estás ahí,
me espías.
Conoces mis debilidades
sabes lo que soy,
que pienso, que camino,
pertenezco a un género de bestia
que necesita a ratos
sentarse,
que soy mortal en suma,
estoy tocado,
que los dioses no requieren de sillas.
Silla, tú también cazas,
tú eres también la muerte,
contigo misma me domas
y te parapetas contra mí
como en el circo se hace con caducos leones.
Pero yo lo sé, vigilo, duermo de pie,
bebo en la barra, estoy alerta.