miércoles, 30 de marzo de 2011

SANTUARIO, Willian Faulkner

Al mirar la comida descubrió que no tenía ningún apetito, que ni siquiera quería mirarla. Levantó el vaso y vació su contenido con una expresión de cautela en el rostro; se acostó y desvió apresuradamente la cara de la bandeja, palpando en busca de los cigarrillos. Al ir a encender el fósforo miró de nuevo la bandeja, cogió cuidadosamente un fragmento de patata entre los dedos y se lo comió. Se comió otro; el cigarrillo por encender en la otra mano. Luego dejó el cigarrillo, cogió el cuchillo y el tenedor y comenzó a comer, deteniéndose de vez en cuando para subirse la bata hasta el hombro.