domingo, 2 de noviembre de 2008

Henry Michaux, RETRATO DE LOS MEIDOSEMS

¿Pueden acaso treinta y cuatro lanzas imbricadas componer un ser? Sí, un meidosem. Un meidosem doliente, un meidosem que no sabe ya cómo ponerse, que no sabe ya cómo comportarse, cómo hacer frente, que ya tan sólo sabe ser un meidosem.

Han destruido su "uno".

Pero aún no está vencido. Con las lanzas que deberían serle útiles contra tantos enemigos, primero se ha traspasado el cuerpo.

Pero aún no está vencido.