miércoles, 2 de diciembre de 2009

UN ENCUENTRO PELIGROSO, Ernst Jünger

La niebla da a las ciudades un ambiente íntimo, recogido. Durante el día, difumina las formas y tamiza la luz. Por la noche, convierte los barrios en grandes casas en las que se suceden salas y corredores. Hay personas que aborrecen este tiempo y otras que sienten predilección por él. Entre éstas se cuentan no sólo quienes aman lo íntimo, recoleto y familiar, sino también los que gustan de andar enmascarados. Almas solitarias que amortiguan la luz del día con extrañas melancolías, se animan ahora como los murciélagos en el desván. Los enamorados se abrazan como si los cubriera un manto que los hiciera invisibles. Los leprosos gozan del aire puro y los depredadores hacen su trabajo mientras en los muelles suenan las sirenas.