lunes, 5 de enero de 2009

VERGÍLIO FERREIRA, Para siempre

No tuve el coraje de pedírtelo. Música lejana, en el trazado remoto de mi vida entera. Salimos de la facultad, ya era tarde, todo el cielo se nublaba de las memorias del final del día. Sandra vivía allí mismo, era una casa estrecha, encima de la esquina de un café, yo necesitaba tanto estar contigo, existir para ti. Porque yo estaba desnivelado, tú exististe enseguida brutalmente para mí. Existías con un fervor íntimo finísimo en la fimbria de mis nervios, en la fundición como un metal de toda mi personalidad. Oh, nunca la tuve delante de ti. Eras hermosa minúscula graciosa. Espuma leve de un vino en el límite de la embriaguez. Delicada flor. Y el terror de que mi aliento te quemase. Era así.

—Entonces hasta mañana.

oh, no. Un momento todavía, sólo un momento, pero ¿qué voy a decir?, ¿qué restos de mí son aprovechables para ser decente ante ti?

—Todavía no me ha dicho qué le ha parecido el pianista.

—Bien. Creo que bien. Y entonces hasta mañana.

Le cogí la mano breve, oye

—Escuche, Sandra.

—Sí. Pero no se llevará la mano...

—Necesito tanto hablar con usted.

—Sí. Pero hoy no, ¿eh?

—¿Cuándo?

—Oh, no sé. Cualquier día.

Abrí la mano, apartó la suya, me quedé con la mía todavía en el aire como implorando que no. Fue cuando otra vez la música de la tierra, llega en la voz de una mujer, la oigo. Estoy solo, como difícilmente puedo imaginar. A veces, instantánea, la imagen de la realidad. Me quedo quieto, la respiración prendida, los ojos desorbitados. Es una explosión de evidencia sin una idea para ella. ¿Cómo se puede ser hombre sin olvidar?, se es hombre sobre todo por lo que se olvida. Y entonces Sandra se volvió de espaldas, frágil, leve, delineación sutil. Un hombre pasaba por delante de la facultad, era bajo, lo parecía, tal vez por la frente inclinada, concentrada hacia la intimidad de sí mismo.

—Eh, Predicador

los chavales le tiraban monedas, él las cogía. Levantaba a un lado y a otro los brazos con gestos cortos, iba gesticulando, no decía nada.